Continuamente oímos declamar en todas las capitales contra la conservación de calles, murallas, torres, etc., que forman parte muy esencial de las mismas, alegando que no son obras artísticas que merezcan restaurarse, que están por completo ruinosas y que constituyen un peligro para el vecindario, que estorban para el ensanche de la población y otras razones por el estilo; pero si esto puede ser verdad alguna vez, hay que tener en cuenta que conceden un carácter, un sabor de época, un aroma de siglos a las capitales que las contienen y son fuente de crecidos ingresos pecuniarios, por los recuerdos históricos que despiertan y las leyendas y tradiciones que exaltan las imaginaciones, llegando a ser uno de los incentivos más poderosos del visitante
El período de vandalismo artístico que atravesó España durante gran parte del siglo pasado, tuvo en Córdoba dolorosa repercusión para su historia y para su arte.
La última tentativa para reconstruir sus Murallas y sus torres fué en 1826, en que se autorizó al Ayuntamiento para que cobrara medio real por cada arroba de vino que entrara en la capital; pero el tiempo, el abandono, las plantas trepadoras y, sobre todo, el hombre, el más implacable enemigo de sus propias obras, comenzaron la destrucción sistemática, primero de las murallas y después de las torres, demoliéndose, bajo el pretexto de hallarse ruinosas, la bellísima torre de los Donceles y la de las Arcas, así como las puertas de Plasencia, Andújar, Santo Cristo, Gallegos, Baeza y otras varias. Aún hay personas en Córdoba que recuerdan los tiempos en que, al toque de oración, se cerraban las puertas de la ciudad, después de haber dado fuertemente y con largo intervalo tres golpes con las llaves en la hoja, que resonaban en la quietud de la puesta del Sol, haciendo que se apresurasen los vecinos a recogerse bajo los muros; desde el año del 1846 se dejaban abiertas media hora después del toque indicado las de Almodóvar y el Santo Cristo y durante la noche un portillo de la muralla.
Una de las torres que por fortuna aún se conservan es la llamada, por la tradición, de la Malmuerta, edificada por orden de Enrique III, según reza tina inscripción de todos conocida y ya publicada por varios escritores cordobeses. Esta torre, sin constituir ninguna maravilla del siglo XV, da a la entrada de la población un gran valor artístico y decorativo; es de estilo mudéjar e indudablemente fué edificada por mudéjares, como lo prueba su construcción, que es de las llamadas albarranas por los árabes, la cual avanzando un poco más que la muralla, se unía a esta por medio de un arco, que se ha conservado hasta época reciente; su forma es ochavada, y está maciza hasta la altura del arco, cosa que no sucedería en tiempos pasados; el interior lo constituye una habitación con bóveda primorosamente labrada, semejante a la de la torre del Homenaje del Castillo de Almodóvar y a la sala llamada de la Reina, del Alcázar; hoy Cárcel, y tiene una escalera que la pone en comunicación con la plataforma; debajo de las almenas y merlones hay un friso de los llamados losange, en que el elemento decorativo son rombos y figuras geométricas de marcado carácter mudéjar.
La construcción o, mejor dicho, reconstrucción de este monumento se efectuó en 1406 sobre cimientos árabes o quizá romanos, pues en 1789 encontróse en la parte inferior del muro un cipo funerario romano.
En el siglo XVII se hizo una importantísima obra de reparación ,que tal vez modificaría los elementos artísticos de la torre, especialmente en sus defensas.
De resultas de las continuas luchas y revueltas que hubo en los reinados de D. Pedro I y de Enrique II, los muros de la ciudad se estaban derrumbando, hasta el punto de que los reyes nazaritas llegaron a penetrar por ellos en algunas de sus razias, como exponía el Cabildo de Jurados a D. Juan II cuando este monarca concedió a su favorito D. Alvaro de Luna las rentas de las tahurerías, que se destinaban para la restauración de las murallas,según antiguos privilegios reales.
He aquí la carta real por la que se arbitraban medios para las labores de las murallas:
«D. Enrique, por la Gracia de Dios Rey de Castilla, de León, de Toledo, de Gallizia, de Sevilla, de Cordova, de Murcia, de Jahen, del Algarbe de Algeciras, e Señor de Vizcaya e de Molina.
Al Consejo e Corregidor e Alguacil e Regidores e Jurados e Oficiales de la Muy Noble cibdad de Cordova que agoran son o serán de aquí adelante salud e gracias.
Sepades que vy vuestras peticiones que me embiastes con Anton Sanchez my jurado desa dicha cibdad, entre los cuales me embiastes dicir en como los muros desa cibdad est de Castro del Rio e de Santa Ella lugares de ella, estavan muy mal parados en guisa, que sin mi merced ni limosna no se podrian labrar ni reparar como a mi servicio cumple.
E como es complidero a mi servicio e al pro e guarda y defendimiento de toda la frontera el adobo e reparamiento de los dichos muros de la dicha cibdad e de los dichos lugares de Castro del Rio e de Santa Ella, pues san puesto por donde en tiempo de guerra los moros entran en esta tierra a fazer mal e daño a esa dicha cibdad e a toda esa tierra e que mi merced fuese de les fazer merced para con que se reparara e yo vyendo e que la dicha vuestra petición era justa e razonable e complidera a mi servicio e al pro e guarda de la dicha cibdad e de los dichos lugares.
Es mi merced que echedes en emposicion en carne e en vino en esa dicha cibdad e en su término como era fasta aquí e que dure desde el día que se echare hasta un año, e lo que montare e rindiere la dicha emposicion sea para las labores de los muros desa dicha cibdad e de sus castillos e para el reparamiento della e dellos, en tal manera que los dichos maravedises de la dicha emposicion sean despendidos e labrados en los muros de la dicha cibdad e de sus castillos como entendieredes e ordenaredes que cumple a mi servicio et apro desa dicha cibdad. E no hagades ende al sopena de la my merced.
Dada en la villa de Valladolit treynta días de agosto año del nacimiento del nuestro salvador Jhesu xpo de mil e quatrocientos e quatro años.
Yo Ferrand Alfon la fize escribir por mandado del Rey «[/su_quote]
Enrique III dió un privilegio para que se aplicara su sobrante de maravedises de las rentas de los tahures a la reconstrucción de dicha torre, a la que ya dió el nombre de Malmuerta; y esto destruye por completo la leyenda de que fuese construida por un, noble ascendiente del Marqués de Villaseca, como expiación que le impusiera el Rey por la muerte que dió a su inocente esposa en un arrebato de celos.
He aquí el privilegio que, aunque conocida, se encuentra inédito:
A vos Alfon Yañez de Rojas my Recabdador mayor en el Obispado de Corduva salud e gracia.
Bien sepades en como por mí mandado avedes rescibido e rescibides ay en la dicha cibdat, ciertas costas de maravedises así de las Rentas de las tahurerías como de otras ciertas rentas, que yo por que las labores de la dicha cibdat de que dis que yo fise mercet a la dicha cibdat de los citados maravedises porque las dichas labores de los muros de la dicha cibdat de cada año, de los quales maravedises que asy avedes recibido hasta aquí, dis que no avedes dado cuenta de ellos, e por cuanto cumple a my servicio de saber cuantos maravedises avedes recibido e recaubdado de las dichas Rentas, e quantos dellos avedes despedido en las dichas obras por que sy algunos ay sobrados que se estiendan en las labores de la torre de Mal-muerta e de los dichos adarves.
Es my merced que dedes la dicha cuenta,luego a los contadores que reciben ay en la cibdat las cuentas, por que vos mando que dedes la dicha cuenta a los dichos contadores de todos los dichos maravedises que asy avedes recebido e despedido en las dichas obras hasta aquí.
E otro, si recibieredes e defendieredes de aqui adelante en este año e recebida e tomada la dicha cuenta, mandoles que me fagan relacion della por que yo sepa como e en que manera fueron despedidos los maravedises ay rescibidos en las dichas obras, e si lo asy face e cumpla, non quisieredes por esta my carta mando al dicho corregidor que vos corrija e apremie fasta que le dedes la dicha cuenta de todos los dichos maravedises que asy recebistes e defendistes hasta aqui e rreecibieredes e despenedes de aqui en adelante, en este año como dicho es.
E los maravedises que vos fueren alcançados mando que sean estendidos en las obras de los muros e torre de Mal- muerta o donde a los dichos oficiales bien visto fuece.
En no pagades ende al sopena de la my merced e e de dies mil maravedises para la my camara.
E de como esta my carta vos fuese mostrada mando sola dicha pena a cualquier escrivano publico que para esto fuese llamado que de ende al que vos la mostrare testymonio signado con su signo por que yo sepa e como coplides my mandado.
Dada en la cibdat de Segovia a dos días de Otubre año del nascimijento del nuestro salvador Jhesu Xpto de mijel e quatrocientos e quatro años.
Yo ferrand Alfon la fis escryvir por mandado de nuestro señor el Rey.
El prestigioso alcalde presidente de nuestro Ayuntamiento, don Salvador Muñoz Pérez, tiene consignado en su programa, y así lo ha acordado el Concejo, la restauración de esta torre para cuando se terminen las obras importantísimas de la Puerta del Puente.
¡Ojalá que su paso por la Alcaldía dure lo bastante para que se pueda realizar obra tan beneficiosa al arte y al nombre de esta ciudad, por lo que a todos sin distinción de clases lo felicitaríamos y nos felicitaríamos!
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