Córdoba y la Agricultura

Córdoba y la Agricultura

Reproducimos en la portada de este primer número de CÓRDOBA, el cuadro admirable pintado por Julio Romero de Torres para la última feria de la Salud. Pensador, poeta y pintor, Romero de Torres ha compuesto la visión admirable y precisa del momento actual de Córdoba.

Clara y sencillamente expuesta esa es Córdoba y esta verdad gráfica que entra al alma por los ojos, fue llevada a diversos puntos de España por el cuadro del joven maestro. Sólo para ver y conocer esa Córdoba, ya vale la pena de que vengan los forasteros a quienes les gusten las impresiones que elevan él espíritu. Así se idealiza la realidad, como en ese cuadro se ha hecho.

En tal forma deben tratar los artistas la verdad exponiéndola de esa exquisita manera.

Ese panorama de Córdoba, que llena el fondo del cuadro, más que una realidad material, es una realidad espiritual.

En el crepúsculo que envuelve la histórica ciudad, en la declinación de excelsas glorias que concedieran a Córdoba el dictado de Atenas de Occidente, queda, hecha con las sombras inquebrantables del pasado, una silueta encantadora, en la que se destaca la incomparable Mezquita Catedral.

Romero de Torres ha tomado esta vista desde el simbólico Campo de la Verdad, bellos nombres de Córdoba, con tan singular acierto, que la hoz del río queda recogida como una laguna, en cuyas aguas se reproduce la silueta de la ciudad evocadora, que así adquiere un aspecto veneciano, para que la sugestión del pasado tenga mayor poder de melancolía.

También ante ella sale del corazón a los labios la delicada copla popular:

Entre Córdoba y Lucena — hay una laguna clara…

En primer término, una mujer, morena como una mora; mujer hecha y granada, como en andaluz se dice, representa a Córdoba.

Y esta mujer que igual puede ser una fina campiñesa que una lozana serreña requiere con agrado y gracia maternales, con el alma buena asomada a la cara bella y cariñosa como las de tantas y tantas madres de nuestra tierra, a una mozuela preciosa, rubita como los trigos, pura y serena como el campo nuestro.

Esta nena es la Agricultura y aquella madre Córdoba, que en el momento actual requiere el concurso de su hija predilecta, siempre buena y que ahora, en este crepúsculo, parece más bonita que una aurora.

La madre ostenta un sencillo y valioso traje, de carácter antiguo, adornado con una blanca mantilla de encajes y la hija viste modestamente, como una mujercita del campo.

Ese es el momento actual de Córdoba, según la exacta y admirable interpretación, el poema pictórico, del joven maestro, pensador, poeta y pintor Julio Romero de Torres.

Al reproducir en esta revista el admirable cuadro de Julio Romero de Torres, se le ha hecho una modificación: la de colocar en el pretil en que se hallan las dos hermosas figuras un evocador sello de Córdoba, aquel en que la Mezquita incomparbale se destaca a plena belleza, sin más adorno que su propia hermosura y el de unas esbeltas palmeras.

Es decir que está –en este primoroso dibujo del joven artista cordobés, Fernández Márquez —como se desea que vuelva a hallarse según el proyecto ya patrocinado por nuestro Municipio, del ilustre publicista andaluz D. Alejandro Guichot y Sierra, cuya iniciativa ha sido secundada por el ilustrado teniente de alcalde señor Lema Pérez y otros cordobesistas entusiastas.

Redacción



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