Lo que ha contestado el pueblo a los proyectos del alcalde
Pesa sobre Córdoba un problema sobre todos los problemas, que es el del saneamiento de la ciudad; con razón se le puede llamar, como yo lo he hecho antes de ahora, «el gran problema».
Problema primordial y por excelencia, que está por encima de todos, y la razón es sencilla. Para las ciudades como para los individuos, lo primero es vivir, comer, respirar; luego vienen los trapos y los lujos, los muebles y los adornos.
Muy hermoso, hermosísimo, es que las ciudades tengan buenas calles, buenos paseos, tranvias, recreos, jardines, parques, monumentos y bellos edificios… como muy hermoso es tener en una casa cuadros y piano, muebles y esculturas, pero lo primero es que el dueño tenga pan para comerlo, aire para respirar y agua para lavarse.
El secreto de la economía colectiva, igual que el de la economía individual, es atemperar los gastos al verdadero orden de nuestras necesidades y no gastar sombrero si no se tiene antes lleno el estómago (porque resultaría un sombrajo sobre un cuerpo muerto), como no se puede pensar en construir un gran edificio sin antes sanear, limpiar y purificar un suelo sucio, infecto ,putrefacto, esponja de detritus… como es el de Córdoba.
Menos mal que ya el verdadero problema de Córdoba, que es este, va empezando a ser conocido y a preocupar a la opinión del pueblo, y ese primer paso de conocimiento de un mal para poderlo remediar está ya hecho en Córdoba. Creo que el pueblo está ya convencido de que el gran problema de esta ciudad es el problema de su saneamiento.
El éxito grande que el proyecto del Alcalde ha tenido y el aplauso unánime y general que el público le ha otorgado (ahí está lo que se ha dicho en la información pública para comprobarlo); el éxito grande, digo, del proyecto de saneamiento, a eso ha sido debido de un modo indudable: al convencimiento que ya tiene el pueblo de Córdoba, directores y dirigidos, de la necesidad imperiosa de sanear la ciudad. Y tan convencidos como podemos estar todos, pues es sencillamente cuestión de vida o muerte.
El momento actual, pues, no podía ser más oportuno. Tal vez hace veinte años no hubiera tenido la aceptación que hoy dia, porque tal vez no tal vez, sino seguramente –hace veinte años no estaba el público tan convencido como lo está hoy de la necesidad de la higiene y salubridad de la ciudad.
Esta oportunidad de los proyectos del Alcalde no les quita mérito, antes bien lo comprueba, puesto que el mejor director de multitudes es aquel que en el momento oportuno sabe ponerse delante de ellas en el mismo anhelo de petición o reforma, ha dicho un pensador contemporáneo.
Como buen Alcalde demócrata, D. Salvador Muñoz Pérez, quiso que la opinión pública colaborarse en su obra y, altruista, entregó su proyecto al pueblo para que lo criticase y, sin acordarse de su amor propio y de aquello de que a las obras de nuestra inteligencia las queremos como a nuestros hijos, lanzó a los cuatro vientos su idea con una hermosa divisa: si es buena, aceptadla; si es mala, corregidla; si es regular, enmendadla… pero de todos modos, colaborad en ella, porque es por Córdoba y para Córdoba; por el bien de todos nosotros y nuestros sucesores, y a esto no se puede ni se debe negar nadie, en ello hay que poner las manos para ejecutar, la cabeza para guiar o por lo menos el corazón para sentir….
Elogiable ha sido el procedimiento seguido por nuestro Alcalde, y los que sentimos el anhelo del gobierno por el pueblo, los que soñamos con una democracia, árbol frondoso que dá sus frutos en lo alto pero nacido en una raigambre ciudadana humilde, que es de donde toma su savia, no podemos menos de aplaudir este intento de participación ciudadana en las resoluciones que atañen a la colectividad.
Procedimiento más cómodo podía haber tomado el Alcalde de Córdoba para aprobar sus ideas contra viento y marea, dado caso que hubiera habido inconveniente ú oposición .. Un «ukase». presidencial y una votación con mayoría, hubieran resuelto el asunto en breve tiempo. Así dicen que se ha hecho en una ciudad no muy lejana (sin que yo lo sepa con seguridad).
Aún así, hubiera sido abonado por aquel pensamiento que al malogrado Canalejas, aún siendo demócrata, le oi yo decir una vez en un Congreso Médico: «el único absolutismo compatible con los tiempos presentes es el absolutismo higiénico, es aquel que se ejercita en nombre de la salud pública».
El proyecto actual, que se debate en Córdoba es, ante todo y sobre todo, un proyecto de salubridad. Ya ves, lector, que hasta el gran demócrata Canalejas hubiera perdonado en este caso el absolutismo de una mayoría. Pero aún así, el actual Alcalde no ha querido hacerlo, y ha hecho bien, más que con la participación y colaboración de todos los cordobeses a quienes ha pedido aplauso o censura, apoyo o crítica, pero de cualqUier modo colaboración en esta obra esencialmente pró Córdoba. Y el pueblo de Córdoba ¿qué ha contestado, qué ha dicho ante el proyecto del Alcalde? . .
Eso es lo que yo debía haber escrito en este artículo; para eso me puse a escribir y lo encabecé, pero sin darme mucha cuenta, pues la pluma parece que se ha ido sola, he ocupado ya una porción de espacio. No es posible ahora prolongar esto todo lo que el asunto merece. Dios mediante, ya lo iremos siguiendo. Quien hace un cesto hace ciento, si le dan mimbres y tiempo. El tiempo anda muy escaso, pero los mimbres, según dice la Administración de la Revista, van a estar muy abundantes. Con desear que así sea y con enviarte mi saludo, lector, me retiro por el foro, no sin decirles antes a los redactores de Córdoba: amigos cordobeses aquí tenéis cumplida la petición de la pobre firma del
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