Películas de Andalucía

Películas de Andalucía

De Colón a Belmonte pasando por Blasco Ibañez y Zamacois

El domingo terminó en Granada la confección de la notable película «Vida de Cristóbal Colón».

El sábado anterior se impresionó en la placeta de San Nicolás la reproducción del célebre cuadro de Pradilla, figurando la entrega de la ciudad a los Reyes Católicos.

En la confección del cuadro intervinieron los mismos artistas ya mencionados en la relación que hicimos días anteriores, y además numerosas fuerzas de Infantería y Caballería, uniformados conforme al estilo de aquella época.

En la mañana de ayer salieron todos los artistas con dirección a Valencia, donde se están terminando las carabelas que han de figurar la salida de Colón para América.

(Gaceta del Sur del 22 de Agosto de 1916.)

Perdona, lector, que, una vez más en mi vida, hoy ponga paños nuevos al púlpito y, colgándolo con los más preciados atavíos de que suelen sor adornados los púlpitos, te hable desde él en honor y loa de mi gentil Granada.

Perdóname, y no tomes a mala parte lo que luego he de decir, que más que en desdoro de ésta tu no menos hermosa tierra, irá en derechura de corregir defectos de que adolece y de los que quisiera verla limpia para su mayor gloria.

Lee, hermano, los párrafos que integran el dístico de esta croniquilla y ve si al final de ella no estamos de perfecto acuerdo, por que andaluces somos los dos y tan apasionados uno como otro del lar en que mecióse nuestra respectiva cuna.

Tú, como yo, desearás para tu nobilísima Andalucía lo que más la enaltezca y glorifique. Por eso, cuando acabes de leerme, espiritualmente tenderás tu franca diestra para decirme con tu lealtad ingénita: He aquí mi mano amiga: estréchala entro las tuyas y selle este acto fraternal la devoción hacia mi Córdoba, que al través de tus escritos se advierte.

Y así es en verdad, hermano lector, que jamás mi pluma humilde hizo otra cosa que alabar a Córdoba y poner al servicio de esta noble ciudad lo más honrado de su discurrir por las cuartillas.

Veamos, pues, ahora si nos entendemos. Creo que sí.

He ahí a mi Granada manifestándose en toda la plenitud de su cultura y de su gusto artístico, dejando que en su recinto, emporio de poesía y belleza, cuna de artistas y de poetas, sea impresionada una película histórica de un valor instructivo realmente insuperable.

¡La vida de Colón, el descubridor de un mundo, el genio inmortal de un pueblo fuerte y grande! ¿Cabe asunto más hermoso para unos films, como ahora se dice?

Va para dos años, Granada entera apedreó y persiguió sañudamente, hasta hacerla desaparecer, a una cuadrilla de peliculeros que fué a falsear el alma granadina impresionando una película con absurdas tonalidades de pandereta desacreditada.

Esa misma gente estuvo en Córdoba y, aparte la protesta de la prensa, campó por sus respetos y se llevó en el objetivo do varias máquinas fotográficas escenas de una Córdoba que no existe, por absurda y estúpida; de una Córdoba que ni Gautier ni Merimée hubieran pensado en sus inspiraciones hiperbólicas.

Y Córdoba no protestó, por abulia, por esa pereza ingénita quo la hace insensible y que tanto daño la proporciona.

Andalucía es Granada y Andalucía es Córdoba, como a la bella región pertenecen Sevilla, Málaga, Cádiz, Almería, Huelva y Jaén. Esto pertenece a la Geografía elemental; pero conviene distinguir dentro de Andalucía por lo que hace a costumbres, hábitos y gustos.

Siendo Granada y Sevilla, por ejemplo, zonas integrales de Andalucía, en la primera de las ciudades citadas no se consentiría lo que en la segunda se permite.

Esa película que hace poco impresionó en Sevilla don Eduardo Zamacois con la vida, andanzas, milagros y desaguisados del famoso Juaniyo Belmonte, en Granada no habría sido permitida.

Allí, en Granada, no se siente el flamenquismo. No tiene ambiente alguno. Las glorias del torero, con ser todo lo respetables y dignas de admiración que quieran los gonfalonieros del flamenquismo, importan menos, infinitamente menos que la más humilde obra del más modesto de los trabajadores.

Cuando más, un torero en Granada sirve para que los chaveas se planten ante él con el objeto de quedarse estupefactos y compararlo con sus respectivas hermaniyas porque, como ellas, tiene su miaja de trenza…

Por esto, por lo otro y por lo de más allá, en Granada no es posible impresionar peliculeramente la vida de ningún Terremoto.

¡Poco odio y terror que se les tiene a los terremotos desde el año 85!

Y, sin embargo, en Granada es factible, y se aplaude y se facilita la impresión de una película de la vida de Colón.

¡Ya podía acorazarse el señor Blasco Ibáñez si fuese a la bella ciudad de la Alhambra con la petera de tomar ambiente para peliculear su novela Sangre y arena!

Los granadinos no comprendemos que haya otra sangre que la del hombre al servicio del trabajo, ni más arena que la empleada constante y tenazmente en levantar aquella fábrica azucarera, aquella otra de tejidos, este molino harinera o aquel otro gran hotel con destino a la industria de su clase.

La otra sangre, la que anubla los cerebros de los aficionados al toreo, viéndolo todo rojo… y oro, se invierte en suculentas morcillas para el yantar diario…

Volvamos al motivo primordial de esta croniquilla. Ved, lectores, qué clase de películas se impresionan en Granada. Ved cómo rodará por el mundo, instruyendo y deleitando, la vida de Cristóbal Colón, el formidable navegante.

¿Cuanto mejor y más bollo y más español no esto que las andanzas, estrecheces, glorias y… orejas de Belmonte?

No estarán de acuerdo conmigo ni Zamacois ni Blasco Ibáñez ni los que del flamonquismo hacen un culto; pero yo estimo que es más emocionante y más instructiva la salida de Colón del puerto de Palos de Moguer, camino de un soñado continente, que al fin se descubre, que la de Belmonte por la puerta grande de la plaza do toros de Madrid, triunfante y harto de palmas, camino de la Clínica H o de la consulta B, don-de han de curarle de la paliza quo le diera el cárdeno, ojo de perdiz y mogón del derecho, de la ganadería tal o cual…

Lo primero, sobre instruir y emocionar, da idea de la entereza de una raza grande, fuerte y abnegada; lo segundo, es reflejo fiel de la decadencia y envilecimiento de buena parte de esa misma raza.

Y nada más, lector amigo: toma el espíritu del presente articulejo y no veas en el sino mi amor a toda Andalucía, ésta Andalucía tan buena, tan franca y tan leal, que si usara de su ingenio y su laboriosidad en sentido francamente antiflamenquista, sería lo que para gloria de la Patria amada fuera en pasadas décadas: emporio de donosura, de sabiduría y do gentileza.

Julio Baldomero Muñoz



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