Luchas sin nombre

Luchas sin nombre

En el batallar constante de la vida, el pensamiento vuela al mañana y sueña con la victoria.

La victoria es para el alma como el luminar esplendoroso del día, que disipa las tinieblas de la noche; es la realización de un ideal tras el que corre; es el alegre despertar de la aurora.

La aurora, exuberante de vida, con plétora de irisados colores, es la ilusión con su polvillo de oro, que nos seduce y atrae, como atrae al niño un juguete, como atraen los ojos fascinadores de una hermosa al hombre de ella enamorado.

El enamorado se ve en sus pupilas y con ella sueña como el avaro con su tesoro.

El tesoro del alma en esta vida es la esperanza, la esperanza en un porvenir risueño, en una felicidad que nunca llega, pero a la que aspira el espíritu que lucha por ella en el batallar constante de la vida y en este batallar constante el pensamiento vuela al mañana y sueña con la victoria.

La victoria llega cuando la esperanza se realiza, cuando la constancia vence, y la constancia vence dejando el alma hecha jirones en los zarzales del camino.

¡Cuántos en esta lucha no ven la aurora que alegra su alma, y su constancia no obtiene premio y caen abatidos sin ilusión y sin fuerzas, desesperanzados de alcanzar la victoria!

¡Cuántos héros anónimos caen para no levantarse!

Daniel Aguilera



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