Lo que Córdoba necesita

Lo que Córdoba necesita

Árboles

He aquí, lector amigo, lo que quiero que por breves momentos ocupe tu atención: los árboles.

Mas no creas que, al tratar de ellos, voy a hacerlo desde el punto de vista económico o industrial; supongo que tú, lo mismo que yo, conoces el influjo de los árboles en las condiciones generales de las comarcas; que los árboles nos proporcionan maderas, leñas y gran número de productos inmediatos y derivados, susceptibles de variadas aplicaciones a diversas industrias; que sus frutos constituyen un excelente alimento natural y que, preparados por procedimientos adecuados, pueden conservarse para que su consumo se verifique durante todas las estaciones del año, sirviendo también algunos para preparar bebidas, medicamentos y conservas.

Supongo también que sabes que con los árboles se fabrican esas grandes naves que son orgullo de los pueblos, alma y vida del comercio internacional; que con los árboles se construyen las formidables escuadras, salvaguardia de las naciones; que desde que nacemos, el árbol es nuestro constante compañero y protector; que del árbol sale la cuna que nos mece en la niñez; que sobre los árboles están asentados los carriles del tren; que del árbol se hace el mástil en que ondea la bandera roja y gualda; en fin, que el árbol es el amigo más grande y el sostén más fuerte de la Humanidad.

Mas como todo lo dicho, con ser altamente beneficioso a la sociedad, no compendia el papel del árbol, he aquí por qué vamos a ocuparnos del influjo de éste en el saneamiento de los suelos y subsuelos.

Nadie mejor que Chevrel se ha expresado acerca de este asunto: «los árboles —ha dicho— son verdaderos tubos de desagüe, colocados en sentido vertical».

En efecto, en la desecación de los terrenos y en el consumo de los restos orgánicos tiene la arboleda un poderoso influjo, puesto que el agua del suelo y subsuelo es absorbida por las raíces, asciende por el tronco y se distribuye por los tallos y las hojas, para ser difundida por la atmósfera, mediante la transpiración vegetal; por otra parte, el agua cargada de materiales orgánicos cede, a su paso por dichas plantas, las substancias putrefactas, que éstas transforman convenientemente para que sirvan a su nutrición y desarrollo, por lo que resulta que el árbol es un aparato de aspiración y filtración de las aguas estancadas y que evidencia además la ingeniosa comparación de Chevrel.

Además, la acción purificadora del arbolado no sólo depende de este factor, sino de que son verdaderos productores del ozono u oxígeno naciente, de afinidades químicas tan enérgicas, que se comporta como un poderoso medio de destrucción de las materias órgánicas o gérmenes patógenos que se encuentran suspendidos en el aire, como lo prueba el hecho de aumentarse en la atmósfera dichos productos infectos tan pronto como el árbol se desprende de sus hojas.

Dedúcese de lo expuesto, máxime si tenemos en cuenta las condiciones en que en nuestra capital se encuentra el suelo o subsuelo, la necesidad imperiosa de realizar en Córdoba numerosas plantaciones de árboles, principalmente de eucaliptos, para sanear aquéllos.

Es también necesario que los cordobeses todos, sin distinción de partidos, sumen sus esfuerzos para llevar a la práctica los proyectos de saneamiento y mejoras de nuestra ciudad, fruto de la labor en pro de la misma de nuestro digno y culto alcalde, pues son los únicos que pueden sacar a nuestra querida Córdoba del atraso en que se encuentra.

Hagámoslo así y daremos un alto ejemplo de cultura y patriotismo, que redundará en beneficio de todos.

José Sarazá Murcia



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