Madrigal del caminante
Mujer: es largo el comino,
el sol quebranta mis huesos
y ya la sed me sofoca;
haz que llegue el peregrino
hasta el manantial de besos
que está mirando en tu boca.
Con mis manos amorosas
yo haré coronas de rosas
para que ciñas tu sien.
Peregrino del amor,
mi camino es de dolor
pero es de gloria también.
Mas pronto cesa el hechizo
y de las brazos me arranca
la señal de la partida:
pasa el tiempo y es preciso
seguir por la senda blanca
que abarca toda mi vida.
Es mi destino: mañana
beberé en otra fontana;
mis labios, en besar sabios,
aún tienen, en tanto andar,
muchas mieles que gustar
en flores de muchos labios.
Mi destino he de seguir;
soy, hallándoos una a una,
de todas y de ninguna.
Mas ya que debo partir
en ruta hacia el ideal,
porque evoquen, amorosas,
idilios de dicha llenos
yo deshojo un madrigal
como una lluvia de rosas
sobre el altar de sus senos.
Madrigal del caminante
Mujer: es largo el comino,
el sol quebranta mis huesos
y ya la sed me sofoca;
haz que llegue el peregrino
hasta el manantial de besos
que está mirando en tu boca.
Con mis manos amorosas
yo haré coronas de rosas
para que ciñas tu sien.
Peregrino del amor,
mi camino es de dolor
pero es de gloria también.
Mas pronto cesa el hechizo
y de tus brazos me arranca
la señal de la partida:
pasa el tiempo y es preciso
seguir por la senda blanca
que abarca toda mi vida.
Es mi destino: mañana
beberé en otra fontana;
mis labios, en besar sabios,
aún tienen, en tanto andar,
muchas mides que gustar
en flores de muchos labios.
Mi destino he de seguir;
soy, hallándoos una a una,
de todas y de ninguna.
Mas ya que debo partir
en ruta hacia el ideal,
porque evoquen, amorosas,
idilios de dicha llenos
yo deshojo un madrigal
como una lluvia de rosas
sobre el altar de sus senos.