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Hacen falta escuelas

"El pueblo que tiene las mejores Escuelas es el mejor pueblo y si no lo es hoy lo será mañana" Julio Simón. 

Tan importante como el saneamiento de Córdoba, que tiende a transformar el estado material de la urbe, el continente, es la necesidad de mejorar la ciudad en su aspecto espiritual, en su contenido. La cifra de mortalidad (3,6 por 100) es, en efecto, horrible; pero, la que marca nuestro analfabetismo (55 por 100), es sencillamente vergonzosa.

Nos hacen falta Escuelas. Y es preciso tomar decisiones sobre el asunto, simultáneamente con el imprescindible de sanear la ciudad, que sería error grave en un pueblo como en una familia, al pensar en el porvenir de sus hijos, atender sólo a sus cuidados corporales olvidando su desarrollo intelectual. El uno es complemento del otro, que el ideal educativo es lograr individuos de inteligencia sana en cuerpo sano, según el aforismo do Juvenal.

Nos hacen falta Escuelas, que las que existen no bastan, que las que funcionan no sirven: tenemos, para una población escolar de 7.000 niños, 21 escuelas públicas con 31 maestros, que, abandonando el resto a las escuelas privadas o al desamparo, atienden a 2.220 niños solamente y aún así, con un promedio de más de setenta niños por maestro, siendo así que en Francia no excede de 36. Pero, además, estas Escuelas no sirven. ¡Sólo dos son graduadas !Ninguna tiene un campo de recreo proporcionado, ni el jardín necesario, ni baños, ni gimnasio, ni museos escolares, ni salas de trabajos manuales. Limitadas al salón-almacén de niños, al aula, ni aún ésta reúne condiciones apetecibles de higiene ordinariamente, y ya los inspectores médico-escolares dictaminaron el cierre de un gran número y la reforma de las restantes.

Nos hacen falta Escuelas, que por ahí debe iniciarse el impulso renovador de nuestros pueblos yertos; que en la Escuela se infiltra la savia que luego vivifica la Agricultura, la Industria, el Comercio, las Artes y las Ciencias; que de la Escuela deriva la riqueza de los pueblos poderosos, que no son cultos por ser ricos sino a la inversa: no hay capital más reproductivo, ni individual ni socialmente, que el empleado en desarrollar la inteligencia.

Nos hacen falta Escuelas, sí, es ya un lugar común repetirlo, es ya un tópico vulgar. Ahora bien, es preciso profundizar en el asunto, que es defecto bastante generalizado entre españoles satisfacernos con las palabras sin ahondar su sentido —por eso obtienen aquí tanto éxito las frases hechas.

La necesidad de crear Escuelas está sentida desde hace tiempo en Córdoba y decidida y aceptada la idea, aunque la realidad no lo revele. Y si alguna aislada tentativa se ha hecho, por ese defecto, antes apuntado, de tomar las palabras sin su sentido, sin su traducción al ideariurn moderno, no se ha sabido salir do planear unos salones más o menos amplios y con mejores o peores condiciones donde, a la rutinaria manera antigua, retener almacenadas, unas cuantas horas, varias docenas de muchachos.

Y la Escuela hoy no es eso: la Escuela necesita de un edificio adecuado a sus fines, tan esencialmente como de un maestro bueno, que si es verdad que de nada sirve el mejor edificio sin un maestro apto, poco puede hacer tampoco, y aún eso a costa de riesgos graves para la salud, un buen maestro en un local confinado y rodeado de setenta o más chiquillos de diversas edades y nivel intelectual.

Tratemos del edificio. Dice Martí y Alpera: «No puede prosperar ninguna mejora escolar mientras no comencemos por el principio, es decir, por la construcción de Escuelas». Como cualquier propietario a quien interese una edificación, el Municipio, a quien incumbe la de las Escuelas, necesita disponer primero de solares, tener luego el plan y el plano de lo que va a realizar y después el , dinero para llevarlo a la práctica. ¿No es esto? Pues busquemos solares.

Para tener una buena Escuela lo único importante es contar con la mayor extensión posible de terreno salubre. Los inconvenientes de orientación, emplazamiento, etc., desaparecen tan luego como se logra esta primordial condición. Con un solar grande y sano es punto menos que imposible no tener una Escuela admirable, sean cualesquiera las dificultades que para su construcción oponga la escasez de medios intelectuales o materiales de la localidad y que se orillan harto más simplemente que las que nacen de la insuficiencia del terreno.. Así se explica Giner de los Ríos en su folleto Campos escolares. Claro os que esos grandes solares de que habla, en las poblaciones no se encuentran, a no ser a altos precios inaccesibles, en el interior; pero se eligen los alrededores de la ciudad, lo que tiene además las ventajas apreciables de que la luz y el aire bañan con más pureza y limpidez los débiles organismos infantiles y que no molestan, ni al niño ni al maestro, los ruidos de la calle.

Guiados de estas ideas, podemos elegir diez grandes solares, de 3.000 metros cuadrados como mínimun, en terrenos comunales (lo que significa sin gastarse una peseta), para edificar diez grupos escolares, como para 500 niños cada uno, lo que llenaría nuestras necesidades, en los sitios siguientes:
Uno en el Campo de la Verdad.
Otro en la Ribera.
Otro en el Campo de Madre de Dios.
Otro en el de San Antón, o en sus cercanías.
Otro en la Plaza de los Padres de Gracia.
Otro en la Plaza de las Ollerías, frente a San Cayetano.
Otro en el Campo de la Merced.
Otro por la Puerta de Sevilla.
Dos en los extremos opuestos de la Victoria.

Los inconvenientes que ofrecen algunos sitios tienen fácil remedio; las Escuelas emplazadas en ellos servirían perfectamente los barrios circundantes y ninguna distaría, de la casa más lejana del sector a que sirviera, más de 500 metros; tendríamos edificios aislados y desde el punto de vista general obligarían a urbanizar los alrededores del emplazamiento; la Escuela en sí sería ya un elemento de embellecimiento magnífico y eso ganarían los descuidados barrios periféricos.

En posesión de los solares, lo que después interesa es saber cómo van a ser los edificios que queremos elevar, para formar nuestro plan, que traducido en líneas nos servirá de plano.

Todo el lujo de amplitud que pedimos para las dimensiones, recomendamos de modestia para las construcciones. En conjunto la Escuela debe ser sencilla en sus elementos, sin barroquismos, aditamentos ni ornamentación superflua; franca y veraz en su expresión estructural, con sus materiales constructivos manifiestos, sin artificios, pinturas ni fingimientos; higiénica en su constitución, suelo bien saneado, jardines y patios limpios con esmero, interior liso sin molduras ni rincones, mucha luz y mucho aire puro; estéticamente debe recordar el arte regional. En su distribución debe tenerse en cuenta que la Escuela es hoy sitio donde el niño debe recibir su educación integral, física, intelectual y moral. Para su desarrollo físico debe proporcionárselo, con las condiciones higiénicas antedichas, el jardín para los niños ( Kindergarten), el gran patio de, recreo donde los mayorcitos puedan correr, el gimnasio donde desarrollar su agilidad y su fuerza; los cuartos de baños, duchas, lavabos y W.C., donde acostumbrar
los a la limpieza, que es salud, las dependencias para establecer las cantinas escolares. Para su desarrollo intelectual, las aulas para grupos varios en edad e inteligencia —sistema graduado—, locales de capacidad no demasiado grande, como para contener 40 niños a lo más; el museo escolar y la sala de trabajos manuales, donde habituar a los niños a ser prácticos, no verbalistas. En cuanto a su desarrollo moral, aparte del enorme papel que al maestro corresponde, nadie puede desconocer la influencia que ejerce en la bondad del hombre la bondad del ambiente, de las cosas que le rodean. Todos los elementos deben contribuir a obtener el desarrollo integral que se apetece.

Una advertencia: la Escuela someramente descrita, no es un ideal de Escuela, así son en Suiza, en Francia, en Alemania, en Inglaterra, en Dinamarca, en Suecia y en Noruega. Yo las he visto en varios de esos países, y si mi palabra es modesta para aseveraciones rotundas, véase el folleto de Martí y Alpera «Por las Escuelas de Europa»; los de Sáenz Barés «Construcciones Escolares»; la obra de Mr. Baudin «Les constructions scolaires en Suisse»; la revista «Das Schulzimmer» etc.

Así deben ser nuestras Escuelas futuras. Ya tenemos solares, el plan, la idea, el programa del edificio, casi el plano …

Francisco Azorín