(Horacio. Oda XV-Lib. III.)
Oh infiel esposa de Ibico;,
cesen de tus amores los escándalos:
con un pie en el féretro,
alternar con doncellas no te es válido,
ni como nube tétrica
debes cruzar entre luceros plácidos.
Lo que a Fóloe da mérito,
en ti resulta, oh Cloris, antipático.
Si tu hija, como lúbrica
bacante, al son de los timbales clásicos,
buscando a esquivos jóvenes,
rompe las puertas; si en su amor volcánico
por Noto siente el júbilo
de una cabra lasciva acariciándolo;
está en tiempo a propósito.
Más tú junto a Luceria, el vellón cándido
debes hilar solícita,
pues a tu edad el huso es lo más práctico,
y no el laúd erótico
ni las purpúreas rosas, ni los báquicos
festines en que apúranse
hasta el fondo las cráteras de Másico.