El ABC daba cuenta hace unos días del caso de un español, gallego de origen, que regresa de América, donde fué soltero, acompañado de la última de sus esposas y de una legión de hijos y de nietos, en número que no recuerdo, pero que sin duda pasaba de doscientos:
El expresado diario de la Corte comentaba con asombro semejante caso de multiplicación de la especie. La lectura de tal noticia nos recordó un documento curioso, que hace tiempo, encontramos en el archivo de la parroquia de San Lorenzo, de Sevilla, y que vamos a reproducir.
Trátese de una partida de defunción, encontrada al azar, cuando buscábamos datos bien distintos a estos a que el documento se refiere.
Al folio 200 del Libro de Entierros, que comienza en el año de 1761, hay un asiento que dice así:
«En diez de Noviembre de 1788 años, los beneficiados de ésta Iglesia enterraron en ella, en la bóveda de los sacerdotes, el cuerpo del Licenciado don Juan Manuel Montiel, Ramírez Bustamante, Calderón de la Barca, capellán de ésta Iglesia y de edad de ciento veintiún años.
Hizo testamento ante José Ortiz, Escribano público de ésta Ciudad y después codicilo ante Miguel Portillo.
Se le dijo vigilia y misa de cuerpo presente; y por ser digno de memoria, se pone lo siguiente: Fue casado seis veces; tuvo cuarenta y dos hijos legítimos y diez y nueve bastardos conocidos; era de venerable presencia y muy capaz; cuando murió a los expresados 121 años de edad estaba componiendo un libro de alabanzas a Nuestra Señora, y de diecisiete años otros diferentes; fué alguacil mayor de éste Arzobispado; novicio de San Juan de Dios; navegó por muchos años; sabía perfectamente siete idiomas; fué mayordomo de las monjas de Santa Ana; luego Escribano de Cámara de esta Real Audiencia; Notario mayor de la orden de San Juan de Jerusalén; se ordenó de sacerdote a los noventa y nueve años de edad; celebró misa hasta el fin de sus días, y murió de una calda».